martes, 8 de marzo de 2011

FRIEDRICH HAYEK


3.1      LA ESCUELA AUSTRÍACA: FrIEDRICH HAYEK (1899-1992)


 
Fotos: www. cepa.newschool.edu; y, www.luigikeynes.com
“Como miembro de  aquella pequeña tribu a la que tenía que pertenecer para sobrevivir, el hombre era todo menos libre.  La libertad es una construcción de la civilización, que ha liberado al hombre de los obstáculos del pequeño grupo y de sus humores momentáneos, a los que incluso el jefe tenía que obedecer.  Lo que hizo posible la libertad fue la gradual evolución de la disciplina de la civilización que es al mismo tiempo, la disciplina de la libertad”.  
“Libertad no significa solamente que el individuo tiene tanto la oportunidad como la carga de la elección; también significa que debe soportar las consecuencias de sus acciones.  Libertad y responsabilidad son inseparables”
“Veo la preservación de lo que es conocido como sistema capitalista, del sistema de libres mercados y de la propiedad privada de los medios de producción, como una condición esencial de la misma supervivencia de la humanidad”
“Viene de antaño la idea de que quienes adoptan las prácticas del mercado competitivo consiguieron mayor aumento demográfico y desplazaron a otros grupos que siguieron costumbres diferentes.... Sólo los grupos que se comportan conforme a ese orden moral logran sobrevivir y prosperar”
“En un Estado totalitario la situación es, permanentemente y en todos los campos, la misma que en los demás países domina algunos ámbitos en tiempos de guerra. Se ocultará a la gente todo lo que pueda provocar dudas acerca de la competencia del Gobierno o crear descontento”
“El socialismo...Pese a haberse inspirado en las mejores intenciones y haber tenido por mentores tal vez a lo más selecto de la sociedad, no deja de constituir una grave amenaza para el nivel de vida y la existencia misma de una parte de la población actual”
“Un orden no intencionado puede ser superior a cualquier otro que sea fruto de intencionada creación”
“Los órdenes naturales, tales como el mercado, no pueden ser captados por nuestros sentidos, sino que sólo cabe descubrir su existencia por la vía del intelecto”
“Totalitarismo es la nueva palabra que hemos adoptado para describir las inesperadas pero inseparables manifestaciones de lo que en teoría llamamos socialismo”
“Todo el aparato (colectivista) para difundir conocimientos: las escuelas y la prensa, la radio y el cine se usarán exclusivamente para propagar aquellas opiniones que, verdaderas o falsas, refuercen la creencia en la rectitud de las decisiones tomadas por la autoridad; se prohibirá toda la información que pueda engendrar dudas o vacilaciones”
“El principio de que el fin justifica los medios se considera en la ética individualista como la negación de toda moral social. En la ética colectivista se convierte necesariamente en la norma suprema; no hay, literalmente, nada que el colectivista consecuente no tenga que estar dispuesto a hacer si sirve "al bien del conjunto", porque el "bien del conjunto" es el único criterio, para él, de lo que debe hacerse”
“Una vez se admita que el individuo es sólo un medio para servir a los fines de una entidad más alta, llamada sociedad o nación, síguense por necesidad la mayoría de aquellos rasgos de los regímenes totalitarios que nos espantan. Desde el punto de vista del colectivismo, la intolerancia y la brutal represión del disentimiento, el completo desprecio de la vida y la felicidad del individuo son consecuencias esenciales e inevitables de aquella premisa básica; y el colectivista puede admitirlo y, a la vez, pretender que su sistema sea superior a uno en que los intereses “egoístas” del individuo puedan obstruir la plena realización de los fines que la sociedad persigue”
“Hay quienes se sienten tan perturbados por algunos de los efectos del mercado, que pasan por alto hasta qué punto resulta increíble y poco menos que maravilloso que este orden haya logrado imponerse en la mayor parte del mundo actual, un mundo que abarca millones de seres que trabajan en ambientes en constante transformación proporcionando medios de subsistencia a otros muchos hombres en gran parte desconocidos, y hallando al mismo tiempo satisfechas sus expectativas de que obtendrán bienes y servicios producidos por otras gentes igualmente desconocidas”
Friedrich Hayek
Hayek señaló la existencia de un “orden espontáneo”, el mismo que es el resultante de un proceso evolutivo de las instituciones de mercado, del idioma y de la ley.  Evolución que no ha sido generada por un diseño racional y planificado, sino más bien, resulta ser fruto de la acción humana, mediante sutiles mecanismos de prueba y error que las sociedades van desarrollando en el curso de la historia.
Friedrich Hayek (1899 - 1992), premio Nobel de Economía en 1974, ha sido posiblemente el pensador liberal más importante del siglo pasado.  Su completa teoría sobre la información, el orden espontáneo y el libro “Camino de servidumbre” son quizá sus dos mayores logros.
 (Fuente: http://www.liberalismo.org/articulos/19/f/hayek/)
Reseña del libro
Principios de un orden social liberal

F.A. Hayek
Unión Editorial, Madrid, 2002
130 páginas
Fuente: www.lalibreriadelau.com

Hayek en una lección


Para muchos Hayek fue el ideólogo de la revolución conservadora de Reagan y Thatcher. Para otros, un “neoliberal” extremo y para prácticamente todo el mundo, un desconocido.  Este austriaco que obtuvo el premio nobel de economía en el año 1974, aprendió economía de su maestro Ludwig von Mises y desde entonces comenzó a defender el liberalismo.

                Con su Camino de servidumbre mostró cómo los colectivismos parten de unos mismos principios que tratan de anular los derechos individuales para sacrificarlos en el altar del colectivo y que conducen a la sociedad al caos y a la miseria (Eso es lo que ha pasado con el socialismo comunista en todas partes del mundo, donde se lo ha querido implantar).  Una de sus obras más importantes es “Los Fundamentos de la libertad”.  Básicamente, Hayek subraya el hecho de que el conocimiento está disperso en la sociedad y que para dirigir una sociedad necesitaríamos ser “dioses” ya que la multitud de gustos, opiniones,… impedirían que los mandatos coactivos emanados de la autoridad central tuviesen éxito.  Pero no sólo se queda ahí.  Añade que ni el socialismo puede funcionar pero tampoco un Estado que interfiera en la formación libre o espontánea de las instituciones propias de nuestra civilización como el mercado, el lenguaje y muchas costumbres que se convierten en esenciales por perdurar en el tiempo al funcionar correctamente.  La defensa del orden espontáneo siempre encuentra oposición en quienes, como denomina Hayek, son racionalistas constructivistas.  En definitiva, en aquellos que utilizan la razón para cuestiones que a ella misma la superan.  Intentan reformar desde el mundo de las ideas sin tener en cuenta los múltiples factores que afectan a cada decisión o reforma. No pueden conocer las consecuencias imprevistas de cualquier decisión porque, al igual que no podemos conocer el futuro, al tratar con seres humanos no podemos prever cada movimiento que den.  Podemos dar predicciones cualitativas, pero no cuantitativas. No podremos saber cuánto aumentará el PIB si tal o cual reforma se lleva a cabo pero sí que aumentará, por ejemplo.

                Una de las reglas que Hayek menciona con más denuedo a lo largo del libro, es la aplicación de reglas aplicables a todos por igual. Una vez más se refiere al Estado de derecho.  Por ejemplo en aplicación de este principio, repudia el impuesto progresivo ya que infringe el principio de igualdad.  En este sentido, aboga más por un impuesto proporcional, antes que progresivo.  Es en este campo en el que Hayek se muestra más original al apuntar los problemas que surgen de las legislaciones particulares emitidas por el Estado cuando escucha a los grupos de presión.  Hayek confía en que con esas reglas, estas cuestiones sean menores pero desgraciadamente los casos se multiplican en nuestra sociedad.
 
                En otra de las secciones del libro se rastrea la historia del pensamiento liberal hasta el inicio del declive tras la primera guerra mundial.  Citando a Smith señala que su meritoria "contribución fue la idea de un orden que se autogenera y se construye espontáneamente si los individuos se someten al freno de leyes apropiadas"(p.61).  A partir de la primera gran guerra se intenta "prolongar la prosperidad y asegurar el pleno empleo mediante la expansión de la base monetaria y el crédito" introduciendo la inflación (un impuesto oculto) a escala mundial. De ahí al paro masivo no hubo que esperar mucho como los propios Mises y Hayek advirtieron en la década de los veinte.  Por otra parte, Hayek diferencia entre dos liberalismos: el de origen francés-racionalista y el inglés o evolutivo.  El primero acabará a juicio de Hayek por introducir el socialismo, mientras que el inglés por su prudencia y valoración positiva de la tradición, defenderá la sociedad liberal.
 
                Quizá uno de los puntos más débiles del análisis hayekiano estriba en el número de servicios que pueden ser asumidos por el mercado.  Pese a estas críticas, el pensamiento de Hayek despierta el intelecto y las ganas de defender la libertad.  Hayek es un gran pensador y esta es una de las mejores introducciones a su pensamiento.
Tomado de: http://www.liberalismo.org/articulo/142/19/hayek/leccion/

 



Friedrich A. Hayek

Por Eneas A. Biglione

                El 8 de Mayo de 1999, se conmemoró el primer siglo del nacimiento, de quien indiscutiblemente se convirtiera en uno de los más grandes defensores de la Libertad.  Aquel fabuloso discípulo del Profesor Ludwig Von Mises, transformado de las ideas socialistas al liberalismo clásico: Friedrich A Von Hayek
[1], quien protagonizara uno de los más grandes debates que recuerda la historia.

El gran dilema ¿Hayek o Keynes?
En 1931, Hayek fue invitado por Lionel Robbins a disertar en la London School of Economics sobre sus investigaciones relativas a la Teoría de los Ciclos. El éxito de tales exposiciones fue tal, que fueron recopiladas y luego de una minuciosa revisión, fueron publicadas bajo el nombre de Prices and Production.  A raíz de la revolución (en el estricto sentido de esta palabra) causada por las teorías expuestas sobre el capital y el ciclo de negocios en dicho libro, la cantidad de seguidores ingleses de la postura austríaca se multiplicó sensiblemente. En definitiva, los referidos estudiosos tuvieron la inapreciable oportunidad de tomar contacto directo con la contundencia académica de las ideas de la escuela austríaca de economía.  Pero, todo este auge llegó repentinamente a su fin en el año 1936 cuando John Maynard Keynes, publicó su General Theory on Employment, Interest and Money. Seguidores acérrimos de Hayek como: John Hicks, Abba Lerner, Nicholas Kaldor y Kenneth Boulding se inclinaron rápida y definitivamente hacia las  propuestas keynesianas.  Al respecto, en el magnífico obituario escrito en memoria de Hayek, Murray Rothbard nos cuenta: "Por aquel tiempo, Inglaterra era el centro intelectual del mundo económico y Keynes se respaldaba en la eminente reputación de la Cambridge University, además del alto concepto que poseía en la comunidad intelectual. El carisma personal de Keynes, sumado a su propuesta de supeditar la ciencia económica al estatismo, en una verdadera apología del incremento masivo del gasto público, tornó su propuesta política e intelectualmente irresistible".  Sin lugar a dudas, la fama y el prominente linaje familiar del niño mimado de Cambridge, lograron enturbiar un momento de gran auge académico de Hayek como economista.

Sus reflexiones durante la Segunda Guerra Mundial
Influido por la colosal obra “Socialismo” de su gran maestro Ludwig Von Mises, Hayek centró la tesis de su polémico Road to Serfdom (“Camino de Servidumbre”) publicado en 1944, en el que más allá de toda discusión violenta, los socialistas están equivocados en el plano de los hechos, es decir que su sistema se caracteriza por ser puntualmente impracticable.

                Con relación a este libro el mismísimo John Maynard Keynes, su acérrimo enemigo intelectual, comentó en una carta a Hayek: "El viaje me dio la oportunidad de leer bien su obra.  En mi opinión se trata de un gran libro. Todos tenemos las mayores razones para estarle agradecido por decir tan bien lo que tanto necesita decirse.  No esperará Ud. que yo acepte la totalidad de las doctrinas que contiene, pero moral y filosóficamente, estoy virtualmente de acuerdo con todo lo que dice, y no sólo de acuerdo, sino en el más completo acuerdo".

                Hayek se muestra a partir de esta obra como un liberal admirablemente sincero, valiente y sumamente cortés, arriesgando conscientemente todo su prestigio profesional. El autor en el prólogo de la misma dice: "[...] mis colegas socialistas siempre me han afirmado que, como economista, alcanzaría una posición mucho más importante en una sociedad del tipo que rechazo; siempre, por supuesto, que llegase a aceptar sus ideas.  No es menos cierto que mi oposición [al socialismo] no se debe a que difiera de las ideas en que me formé, pues en mi juventud lo compartí precisamente, y este me llevó a hacer del estudio de la economía mi profesión.  Para los que, a la moda de hoy en día, buscan un motivo interesado en toda declaración de opiniones políticas, permítanme agregar que tenía sobrados motivos para no escribir o publicar este libro". 

                Incluso el genial autor de 1984 y Animal Farm, George Orwell, luego de leerlo afirmó: "En el aspecto negativo de la tesis del profesor Hayek hay muchísima verdad. Nunca se afirmará suficientemente que el colectivismo comunista no es intrínsecamente democrático y que, por el contrario, pone en manos de una minoría tiránica poderes que jamás hubiera soñado ni siquiera la Inquisición española".

La concepción de la Mont Pelerin Society

                Durante 1947, el estado de cosas mundial era deplorable: la Unión Soviética alcanzaba su apogeo como líder marxista y creaba la cortina de hierro abarcando así Europa del Este; daba comienzo la guerra civil en China; los países de Europa occidental se encontraban gobernados mayoritariamente por políticos socialdemócratas; Estados Unidos se encontraba "inundado" de ideas keynesianas; y como si esto fuera poco, en un buen número de países del resto del mundo triunfaban electoralmente los partidos comunistas.

Fue precisamente, la preocupación por este desolador panorama, la que motivó a Hayek a idear la creación de una sociedad destinada al intercambio de ideas.   Además, dada la situación descrita, era preciso reunir cuanto antes a los escasos partidarios del orden social de la Libertad diseminados alrededor del mundo, puesto que momentáneamente no contaban con otra opción que mantener una desgastante actitud defensiva de sus convicciones con nulas posibilidades de intercambiar ideas y opiniones científicas. 

Comentario: Aquí Eneas Biglione (el autor de este interesante artículo sobre Hayek) describe el estado de cosas totalitarias en contra de la libre expresión que se daba en el mundo, por aquellos días.  De allí que es meritorio y hasta valiente, por parte de Hayek, haberse declarado seguidor del liberalismo y defender su doctrina.

                Así fue como en el mes de Abril de 1947, tras diez días de discusión acerca de los temas más candentes de la época, se creó la Mont Pelerin Society, a orillas del lago Geneva (en Suiza)
[2], un lugar de particular esplendor alpino, ante la presencia de una buena cantidad de economistas, historiadores, filósofos y periodistas provenientes de América y Europa, acérrimos defensores de la propiedad privada y la libertad individual.  No pocos eruditos se encontraban allí: Ludwig Von Mises, Wilhelm Röpke, Walter Eucken, Karl Popper, Henry Hazlitt, Lionel Robbins, Leonard Read, F.A. Harper, V. O. Watts, Milton Friedman, Aaron Director, Frank H. Knight, George Stigler, Jacques Rueff, Louis Baudin, Ludwig Erhard, Fritz Machlup, Helmut Shoeck y Bruno Leoni, entre otros. En un comienzo, las discusiones más fuertes se centraron entre los economistas de la Escuela Austríaca y los monetaristas de la Escuela de Chicago dirigidas principalmente a los temas monetarios y el patrón oro; y entre los creyentes y agnósticos respecto de Dios y la religión. Cinco décadas después de su creación, a la luz del ejemplo dado por su grandioso mentor Von Hayek, la Mont Pelerin Society continúa siendo un importante centro de debate intelectual, a pesar de los altibajos sufridos a lo largo de la historia.

Para que sepamos más sobre la Mont Pelerin Society (una sociedad liberal clásica fundada por Hayek y otros académicos, cuyo nombre deriva de su sede Mont Pelerin - Suiza), veamos a continuación algo sobre esta agrupación académica, destinada básicamente a expresar sus ideas y pensamientos en forma libre:
MONT PELERIN SOCIETY
Tras la Segunda Guerra Mundial, en 1947, cuando muchos de los valores de la civilización occidental estaban en peligro, 36 académicos, la mayoría de ellos economistas, algunos historiadores y filósofos, fueron invitados por el profesor Friedrich von Hayek a reunirse en Mont Pelerin, cerca de Montreux, Suiza, para discutir el estado y el posible destino del liberalismo (en su sentido clásico) en el pensamiento y la práctica.
El grupo se describe a sí mismo como la Sociedad Mont Pelerin, después de que éste fuese el lugar de la primera reunión.  Se hizo hincapié en que no tenía la intención de crear una “ortodoxia”, alinearse con ningún partido político o realizar propaganda.
Su único objetivo era facilitar el intercambio de ideas entre los espíritus académicos afines, con la esperanza de fortalecer los principios y la práctica de una sociedad libre, a más de estudiar el funcionamiento, las virtudes y los defectos de las técnicas de mercado en los sistemas económicos.
Los miembros que incluyen altos funcionarios del Gobierno, premios Nobel, periodistas, expertos económicos y financieros y expertos en derecho de todo el mundo, se reúnen regularmente para presentar los más actuales análisis de ideas, tendencias y eventos.
FUENTE: http://liberalescontratotalitarios.rebeliondigital.es/Mont_Pelerin_Society.htm

1974: Primer Nobel de Economía para un liberal
En el año 1974 (un año después de fallecido su mentor y maestro, el profesor von Mises), Hayek fue galardonado junto a Gunnar Myrdal con el Premio Nobel de Economía a partir de su brillante elaboración de la Teoría de los Ciclos, convirtiéndose de este modo en el primer economista pro-libre mercado en recibir la referida distinción. Este hecho constituyó un episodio de gran conmoción para los seguidores de ambos homenajeados, puesto que mientras que Hayek se pronunciaba como un auténtico defensor del libre mercado, Myrdal era un férreo apologista de la intervención gubernamental en los asuntos vinculados al comercio internacional. Esta contradictoria situación, logró atraer sin dudas, la atención de un buen número de historiadores económicos. [3]

Sus últimas reflexiones
En una entrevista inolvidable que Lawrence Minardi le efectuó al Profesor Hayek para la revista Forbes, este ultimo confesó: "¿Sabe una cosa? Cuando yo era joven, únicamente los muy viejos creían en el mercado.  En mi madurez, casi nadie creía en él. Hoy compruebo que casi todo el apoyo que se me brinda proviene de los más jóvenes.  Esto evidencia un viraje intelectual casi total en cuanto concierne a las generaciones".

Una producción intelectual de inestimable valor y una vida incondicionalmente dedicada a la apología de la libertad, hacen de Hayek un personaje victorioso, trascendente y sin lugar a dudas, digno de ser admirado.

Bibliografía Consultada
-  Von Mises, Margit "My years with Ludwig Von Mises" (Libertarian Press, Inc.)
- Hayek, Friedrich A. "Precios y Producción" (Unión Editorial, Madrid)
- Rothbard, Murray "Hayek´s Obituary" (Mises Institute Web Site)
-          Hayek, Friedrich A. "La desnacionalización del Dinero" (Planeta-Agostini)

FUENTE: http://www.liberalismo.org/articulo/72/19/friedrich/hayek/fatal/arrogancia/

Reseña “Camino de servidumbre”

Friedrich A. Hayek
Alianza Editorial, Madrid, 2000
287 páginas
Por Daniel Rodríguez Herrera

En plena segunda guerra mundial, Hayek observó que la lucha contra el nazismo no estaría completa si no se combatía la raíz de los fenómenos totalitarios que arrasaban Europa.  Por esta razón, a modo de advertencia, se puso a escribir un libro pequeño, en el que pensaba que sólo ponía de manifiesto una serie de aspectos obvios, sobre las consecuencias inevitables de la planificación central de la economía.  Pese a que el autor nunca estuvo del todo satisfecho de ella, esta obra se convertiría en la más leída de entre las suyas, y en uno de los ensayos políticos más importantes del siglo XX.

Hayek conocía perfectamente los problemas económicos que inevitablemente traía y trae consigo el comunismo, después de su papel central (junto a su maestro Mises) en el debate sobre la imposibilidad del cálculo económico en el socialismo.  Sabía, pues, que ninguna de las formas totalitarias que entonces gobernaban en Europa (nazismo, fascismo y comunismo) traería ningún bien, sino una mayor miseria.  Pero quedaba por desentrañar que el horror profundo del gobierno absoluto, las matanzas masivas, la destrucción absoluta de la libertad, eran también una consecuencia inevitable del socialismo colectivista o comunista.

                La tesis principal de este libro es que los fines no importan si el medio empleado es la planificación económica centralizada.  Todos los regimenes políticos que la enarbolan como solución terminan pareciéndose como gotas de agua, llevando a la destrucción de la democracia y obligando a los ciudadanos a recorrer el camino de servidumbre al poder político.  Muchos aducían, y aducen, que la planificación sólo afecta a la libertad económica, olvidando que sin propiedad privada estamos siempre a merced de los demás.  Y cuando el propietario único es el Estado, la dependencia del mismo difiere muy poco de la esclavitud.

Pero Hayek va más allá. Vamos a poner un ejemplo de sus razonamientos. Muchos creen que el totalitarismo puede ser bueno si sus dirigentes también lo son.  Lo que indica Hayek es que dichos dirigentes serán siempre lo peor de entre los más criminales.  Este hecho, que la historia ha corroborado en innumerables ocasiones, es demostrado con sencillez y lógica: puesto que para gobernar de forma totalitaria hay que imponer los fines del colectivo sobre los del individuo, el dirigente deberá coaccionar a muchísimas personas.  Esa coacción tomará las repulsivas formas del encarcelamiento, la tortura y el asesinato. Sólo podrán dirigir, por tanto, aquellos que estén dispuestos a tomar esas medidas para imponer sus tesis, es decir, los peores elementos de la sociedad (…)

                FUENTE: http://www.liberalismo.org/articulo/45/19/totalitarismo/

F. A. Hayek (1899-1992): Una semblanza moral

Por Jesús Huerta de Soto
Publicado en La Ilustración Liberal, nº 4, Octubre-Noviembre de 1999, pp. 123 a 128

                F.A. Hayek ha sido una de las figuras intelectuales más importantes del siglo XX. Filósofo multidisciplinar, gran pensador liberal y Premio Nobel de Economía, Hayek escribió una amplísima obra que es cada vez mejor conocida, y que está teniendo tan gran influencia en los más variados ámbitos, del pensamiento económico, político y social.

                Hayek nació en una familia de académicos y altos funcionarios, donde la vida intelectual y universitaria era muy valorada;  pero nunca fue –paradójicamente- un estudiante brillante: una gran y desordenada curiosidad intelectual le impedían concentrarse con aplicación en las diferentes asignaturas.  Según confesión propia, si tomaba apuntes no podía comprender lo que escuchaba e, incapaz de retener de memoria las explicaciones de sus profesores, se veía así obligado a reproducir siempre con gran esfuerzo los razonamientos que deseaba exponer. Como indica en su artículo "Dos tipos de mente", Hayek achacaba su fructífera capacidad intelectual precisamente al proceso mental, aparentemente desordenado e intuitivo, que le caracterizaba y que tanto contrastaba con la mente de otros teóricos de la Escuela Austriaca que, como Böhm Bawerk o el propio von Mises, dominaban absolutamente su materia y eran capaces de exponerla oral y verbalmente con gran rigor y claridad.

                Terminada la Primera Guerra Mundial, y tras regresar del frente (donde Hayek contrajo malaria y aprendió algo de italiano), nuestro personaje ingresó en la Universidad de Viena, entonces un hervidero de corrientes y discusiones intelectuales sin parangón en el mundo (un análisis riguroso del porqué se dio este fenómeno en la Viena de la posguerra está aún por hacer). Dubitativo entre la psicología y las ciencias jurídicas y sociales se decidió por estas últimas, especializándose en Economía Política de la mano de Friedrich von Wieser, quizás el representante más confuso y ecléctico de la segunda generación de economistas de la Escuela Austriaca de Economía.

                Según confesión propia, el Hayek de aquellos años no se diferenciaba mucho del resto de sus compañeros, en lo que a ideas políticas se refiere: era un socialista que, siguiendo los pasos de su maestro Wieser, pensaba que la benigna intervención del Estado era capaz de mejorar el orden social.  Fue la lectura del análisis crítico del socialismo publicado por von Mises en 1922 con el título de Die Gemeinwirtschaft, la que hizo que Hayek abandonara los ideales socialistas que abrazó en su primera juventud (Robbins y Röpke, entre muchos otros, también tuvieron una experiencia semejante como resultado de la lectura del libro de von Mises).  A partir de entonces, y gracias a una recomendación de Wieser, Hayek empezó a colaborar estrechamente con von Mises en el ámbito profesional (primero en la oficina de reparaciones de guerra que dirigía von Mises y después en el Instituto Austriaco del Ciclo Económico que éste había fundado) y en el académico (convirtiéndose en uno de los participantes más productivos del seminario de teoría económica que von Mises mantenía quincenalmente en su despacho de Secretario General de la Cámara de Comercio de Viena).

                Hayek debe a von Mises el punto de partida de casi todo lo que hizo en teoría económica. Gracias a von Mises, Hayek abandonó gran parte de la malsana influencia de Wieser y retomó el tronco fundamental de la concepción austriaca de la economía, que teniendo su origen en Menger, y habiendo sido enriquecida por Böhm Bawerk; von Mises, se había propuesto desarrollar y defender frente a las veleidades de teóricos positivistas, como Schumpeter, o más proclives al modelo de equilibrio, como Wieser.  Las relaciones entre el maestro von Mises y el discípulo Hayek fueron hasta cierto punto curiosas. Por un lado de gran admiración y respeto.  Pero, por otro, de cierto distanciamiento, según las épocas y circunstancias.  Debiéndose notar un cierto énfasis hayekiano por resaltar la independencia intelectual respecto de un maestro que, como reconocía el propio Hayek, a la larga la evolución de la propia realidad siempre terminaba poniendo de manifiesto que tenía razón.

                A partir de 1931, y gracias a otro discípulo de von Mises, Lionel Robbins, Hayek ocupó una cátedra hasta 1949 en la London School of Economics, convirtiéndose en el principal exponente en lengua inglesa de las aportaciones de la Escuela Austriaca de Economía. Hayek siempre mantuvo una exquisita cortesía académica con todos sus oponentes, a los que nunca achacó mala fe sino tan sólo el error intelectual.   Así ocurrió, por ejemplo, en sus polémicas con los teóricos socialistas, con Keynes y con Knight y la Escuela de Chicago, a todos los cuales se opuso no sólo en cuestiones metodológicas (Hayek llegó a decir que después de la Teoría General de Keynes, el libro más peligroso para la ciencia económica habían sido los Ensayos sobre economía positiva de Milton Friedman), sino también en teoría monetaria, del capital y de los ciclos. Jamás tuvo una palabra de queja o de reproche, ni siquiera cuando fue objeto de injustos y furibundos ataques por parte de Keynes, o cuando fue vetado por los miembros del departamento de economía de Chicago, cuya arrogancia les impidió aceptar la entrada de un "teórico de la Escuela Austriaca" en sus filas (afortunadamente Hayek sí fue admitido -sin salario oficial, pues su remuneración fue pagada por una fundación privada- en el departamento de ciencias sociales y humanidades de esa misma Universidad, en cuyo seno Hayek pudo escribir su monumental obra sobre Los fundamentos de la libertad).

                Su éxito como intelectual, no fue el mismo que el de su vida personal, donde tuvo algunos problemas.  Así, durante los años 60, Hayek empezó, a sufrir importantes achaques de salud: primero fueron problemas metabólicos que le dejaron extraordinariamente delgado, después una sordera creciente le convirtió en un intelectual hasta cierto punto distante en el trato personal; por último, agudos y recurrentes ataques de depresión le dejaban postrado e intelectualmente improductivo durante largas temporadas. (En el prólogo de Derecho, legislación y libertad, declara que, en algunos momentos, llegó a pensar que los problemas de salud que le aquejaban le impedirían acabar el libro).

                Todos estos achaques de salud (física y mental) desaparecieron, casi milagrosamente, cuando Hayek recibió el Premio Nobel de Economía en 1974.  A partir de entonces sintió que salía de su aislamiento académico, e inició una frenética actividad que le llevó a viajar por todo el mundo exponiendo sus ideas y logrando culminar varios libros más (el último de ellos: “La fatal arrogancia: los errores del socialismo” fue publicado cuando casi contaba 90 años de edad).

                Hayek siempre quiso mantenerse al margen de la actividad política.  Es más, consideraba incompatibles el rol del intelectual (que tenía que hacer de la verdad científica el norte de su vida) y el papel del político (siempre obligado a someterse al dictado de la opinión pública de cada momento para conseguir votos). Por eso consideraba que a la larga serían mucho más productivos los esfuerzos dirigidos a convencer a los intelectuales (de ahí su éxito a la hora de crear la Sociedad liberal Mont Pelerin) o a cambiar el estado de la opinión pública (Hayek disuadió de entrar en política a Anthony Fisher, convenciéndole de que sería mucho más útil crear el Institute of Economic Affairs y más tarde la Atlas Research Foundation, para expandir el ideario liberal por todo el mundo).

                Por último, un breve comentario sobre las relaciones de Hayek con la religión.  Bautizado como católico, desde joven abandonó la práctica religiosa y se hizo agnóstico. No obstante, con el paso de los años fue comprendiendo cada vez mejor, en general, el papel clave que la religión tiene para estructurar el cumplimiento de las normas pautadas que fundamentan la sociedad y, en particular, la importancia que los teólogos españoles de nuestro Siglo de Oro tuvieron como precursores de la moderna ciencia económica y social.  Es más, en 1992, el pensador católico Michael Novak sorprendió al mundo intelectual cuando hizo pública la extensa conversación personal que el papa Juan Pablo II y Hayek mantuvieron antes del fallecimiento de éste, de manera que existen signos inequívocos de la gran influencia que el pensamiento de Hayek tuvo en la encíclica Centesimus annus y en particular en sus capítulos 31 y 32, todos ellos llenos de importantes aportaciones hayekianas.  Nunca sabremos si este agnóstico declarado, en los últimos momentos de su vida, pudo dar los pasos que son necesarios para comprender y aceptar a ese ser supremo "antropomórfico que superaba, con mucho, su capacidad de comprensión". Pero de lo que si podemos estar seguros es de que comprendió como nadie los riesgos del endiosamiento de la razón humana y el papel clave que tiene la religión para evitarlos, hasta el punto de que, como indica Hayek en la última frase que escribió en su último libro, "de esta cuestión puede depender la supervivencia de toda nuestra civilización".
               
Fuente: http://www.liberalismo.org/articulo/19/19/f/hayek/18991992/semblanza/moral/


[1] Hayek, otro ex socialista marxista cambiado al liberalismo… ¿Cuántos liberales cambiados al socialismo marxista hay?  Trate de encontrarlos querido lector y se dará cuenta que no hay ningún “liberal arrepentido”, como si hay y muchos, “socialistas arrepentidos”: Lula Da Silva, José Mujica, Michelle Bachelet, Ricardo Lagos, Fernando H. Cardoso, Tabaré Vásquez, Ernesto Ottone, Mario Vargas Llosa, etc.
[2] Suiza es hoy por hoy una potencia del desarrollo mundial, de allí que ocupa el sexto lugar del mundo en el ranking de libertad económica 2010, publicado por la Heritage Foundation.  Gracias a las ideas filosóficas, económicas, sociales y políticas del liberalismo. 
[3] Esta es la prueba palpable de que los galardones tipo Premio Nobel no responden a “oscuros intereses”, como suelen decir, sin bases, algunos intelectuales.  Hayek, el economista liberal,  fue galardonado como tal en 1974 y compartió honores con un economista proteccionista. 

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