martes, 8 de marzo de 2011

LUDWIG VON MISES

3.1      LA ESCUELA AUSTRÍACA: LUDWIG vON MISES (1881-1973)

 Ludwig Von Mises en su biblioteca (http://es.wikipedia.org/wiki/Ludwig_von_Mises)
“A los ojos de los marxistas, Ricardo, Freud, Bergson y Einstein se equivocan porque son burgueses; en los ojos de los nazis se equivocan porque son judíos”.
“La esencia de una libertad de las personas es la oportunidad de apartarse de las formas tradicionales de pensar y de hacer las cosas”.
“El deseo de un aumento de la riqueza puede ser satisfecha a través del intercambio, que es el único método posible en una economía capitalista, o por la violencia y la petición como en una sociedad militarista”.
“La corrupción es un mal inherente a todo gobierno que no está controlado por la opinión pública”.
“Si Dante, Shakespeare, o Beethoven habrían muerto en la infancia, la humanidad se hubiera perdido lo que les debe a ellos. En este sentido podemos decir que el azar[1] juega un papel en los asuntos humanos”.
“Los conocimientos económicos conducen necesariamente al liberalismo” [2]
“Todo impuesto específico, así como todo el sistema de impuestos de una nación, se invalida a sí mismo por encima de una cierta tasa de impuestos”.
“Nadie puede escapar a la influencia de una ideología dominante”.
”El gobierno no puede hacer al hombre rico, pero puede empobrecerlo”.
“Toda la oratoria de los promotores del gobierno omnipotente no puede anular el hecho que hay sólo un sistema que resulta en una paz duradera: una economía de libre mercado. El control gubernamental conduce al nacionalismo y, por tanto, produce conflictos”
”Las leyes y constituciones más generosas, cuando desaparece la economía de mercado, no son más que letra muerta”
“Si la historia nos pudiera enseñar algo, nos enseñaría que la propiedad privada está inseparablemente ligada a la civilización”
"Todo el mundo, sin importar lo fanáticos que sean a la hora de difamar y luchar contra el capitalismo, implícitamente le rinde homenaje,  al demandar apasionadamente sus productos".
"El laissez faire no significa: Dejen que operen las desalmadas fuerzas mecánicas.  Significa: Dejen que cada individuo escoja cómo quiere cooperar en la división social del trabajo; dejen que los consumidores determinen cuáles empresarios deberían producir.  Planificación significa: dejen que únicamente el gobierno escoja e imponga sus reglas a través del aparato de coerción y compulsión"
"Aquellos que recurren a la opresión violenta, están en su subconsciente, convencidos de lo insostenible de sus propias doctrinas"
“El patrón oro tiene una tremenda virtud: la cantidad de dinero en circulación, bajo el patrón oro, es independiente de las políticas de los gobiernos y partidos políticos.  Esta es su ventaja.  Es una forma de protección contra gobiernos despilfarradores"
"Lo único que cuenta es el innovador, el que disiente, el que proclama cosas que nadie ha oído antes, el hombre que rechaza los estándares tradicionales y busca sustituir los viejos valores e ideas por otros."
"La primera cosa que necesita un genio es respirar aire libre"
"Cualquier ama de casa sabe más sobre las variaciones de los precios que afectan a su hogar que los informes estadísticos... [Y es que] ella, no es menos científica ni más arbitraria que los rebuscados matemáticos que usan sus métodos para manipular los datos del mercado."
"Los ricos adoptan las novedades y se acostumbran a su uso.  Esto inicia una moda que otros imitan.  Una vez que las clases más ricas han adoptado un cierto modo de vida, los productores tienen un incentivo para mejorar los métodos de fabricación, y, así, pronto es posible para las clases más pobres el hacer lo mismo.  De esta manera, el lujo adelanta el progreso.  La innovación es el capricho de una élite antes de convertirse en la necesidad del público.  El lujo de hoy es la necesidad del mañana."
“El capitalismo no necesita ni la propaganda ni los apóstoles.  Sus logros hablan por sí mismos.  El capitalismo nos trae los bienes, el dinero, el método, y el proceso de mercado”.
Ludwig von Mises
Economista nacido en Austria.  Perteneciente a la denominada Escuela austriaca, defendió el liberalismo económico frente al socialismo y a la intervención del Estado en la vida económica.  En 1912 publicó Teoría del dinero y el crédito (1912), en la que asignó al dinero un precio determinado, al igual que cualquier otro bien, determinado por la oferta y la demanda.  Esta misma obra recoge sus teorías sobre los ciclos económicos: según Mises, el ciclo se produce por la ideología inflacionista de los bancos centrales que, al igual que los políticos y los hombres de negocios, prefieren mantener bajos los tipos de interés de manera artificial, con el consiguiente exceso de inversiones.
En 1922 publicó su segundo trabajo importante, Socialismo, en el que predijo la ruina de dicho sistema como consecuencia de la ausencia de precios (¿Se equivocó o no von Misses, haciendo su pronóstico mucho antes de que el sistema colapsara?).  Además criticó la intervención estatal por la alteración que producía en los precios y en la correcta asignación de los recursos.  En 1944 sentó las bases de la moderna economía de la burocracia y llamó la atención sobre el crecimiento descontrolado de las agencias gubernamentales. En 1969 se retiró de la actividad académica, siendo a sus 87 años el profesor en activo de más edad de Estados Unidos.  País cuya nacionalidad adoptó en 1946. Miembro del National Bureau of Economic Research, impartió también clases de Economía en la Universidad de Nueva York entre los años 1945 y 1969.
FUENTE: http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/mises.htm
Ludwig von Mises más que ser un anti socialista, fue más bien un opositor a todas las formas de intervención gubernamental, apoyando al capitalismo liberal, fundado en su convicción profunda por la libertad individual.  Ludwig von Mises fue un constante defensor del hombre emprendedor, del intelectual y empresario, cuyas actividades son la fuente de progreso para toda la humanidad y que, como demostró a lo largo de su vida y de su fecunda teoría económica, sólo pueden florecer bajo el liberalismo, es decir, cuando el ser humano es libre de desarrollar las actividades que desea, siempre y cuando respete las leyes y los derechos de las demás personas.  (Fuente: http://www.frasesypensamientos.com.ar/autor/ludwig-von-mises.html)
Durante los años veinte, desde su puesto, Mises luchó con éxito contra la inflación y utilizó su influencia para imponer las reformas monetarias y financieras que experimentó Austria en 1922. No pudo impedir, no obstante, el constante aumento de la reglamentación estatal que, en su opinión, dilapidaba la hacienda pública. Esto le llevó a postular la teoría de que el intervencionismo estatal era totalmente contraproducente.  Excluyó como soluciones las posibles terceras vías y defendió el laissez-faire como único remedio.  En 1927, publicó una concisa presentación de su política filosófica utilitaria en El liberalismo.
Comentario: En mi opinión, las terceras vías sí son posibles; siempre y cuando se coloque al LIBERALISMO como eje conductor y a la parte SOCIAL como aspecto complementario del desarrollo.  Las terceras vías fracasadas, son las que han colocado al bienestar social, a la igualdad y a la justicia, por sobre la libertad.  De allí el nombre del modelo exitoso: LIBERALISMO SOCIAL.
A finales de los años veinte publicó una serie de artículos sobre el carácter epistemológico de la ciencia económica. Mises afirmó que la ciencia económica no podía ser refutada ni comprobada a través de los datos observables.  La Economía era una ciencia en la que predominaban los juicios a priori al igual que las matemáticas, la lógica o la geometría. No obstante, opinaba que la Economía era parte de una ciencia social más amplia, la Praxeología. 
La praxeología es la ciencia que estudia la estructura lógica de la acción humana (praxis). El término fue acuñado en 1890 por Alfred Espinas en la Revue Philosophique, pero se usa comúnmente en relación con la obra del economista austriaco Ludwig von Mises y sus seguidores de la Escuela de Viena, también denominada Escuela psicológica de economía.
La praxeología centra su atención en el individuo, en el impulso de quien efectivamente e indudablemente actúa (individualismo metodológico), sacando de este estudio unos axiomas o principios elementales, sólidos e inmutables, con los cuales entender y analizar el proceso del accionar humano. Su análisis parte de las apreciaciones y aspiraciones del consumidor, quien opera basándose en su propia y siempre mudable, escala de valores (homo agens), las cuales combinadas y entrelazadas generan el total de la oferta y la demanda (valoración subjetiva).
La praxeología toma la ciencia económica como la aplicación de unos axiomas lógicos y psicológicos; rechazando usar los métodos de las ciencias naturales, para estudiar las ciencias sociales (como el darwinismo evolucionista, por ejemplo que dice que sólo los más fuertes sobreviven en la competencia productiva, igual que en la “ley de la selva”).  Para la praxeología las verdades y conclusiones que entretejen la ciencia económica específicamente, y en general a las ciencias sociales, no son sino derivaciones lógicas de los principios de la acción humana:
El hombre actúa
Prefiere unas cosas a otras
Concurre a la acción para alcanzar sus siempre mudables, pero en cada momento, concretos y específicos fines
El factor tiempo influye en su accionar
Estos axiomas praxeológicos se encuentran postulados originalmente en el tratado de economía “Acción humana”, elaborado por Ludwig von Mises.
Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Praxeología
Volviendo a von Mises, En 1940 tuvo que huir de Europa por temor a ser apresado por los nazis. Se instaló en Nueva York y se naturalizó estadounidense en 1946. A partir de 1945 fue catedrático en la Universidad de Nueva York.
Mises fue, con su renovación del liberalismo clásico a través de la Escuela Austríaca de Economía, uno de los principales mentores espirituales del liberalismo libertario y su obra La acción humana (1949) ejerció gran influencia en intelectuales de raigambre austríaca como Friedrich Hayek, Murray Rothbard, Hans Sennholz, George Reisman, Ralph Raico, Leonard Liggio, Tibor Machan, Peter Boettke, Roger Garrison, Manuel Ayau y Joseph Keckeissen. Pero también fue vital para economistas no pertenecientes a su escuela (la mayoría de ellos Premios Nobel) y pensadores de muy diferentes áreas: Max Weber, Joseph Schumpeter, Oskar Lange, Henry Simons, Lionel Robbins, Maurice Allais, Milton Friedman, John Hicks y la lista sigue hasta el actual economista experimental Vernon Smith entre tantos otros.  Von Mises murió en 1973 en el hospital St. Vincent de Nueva York, a la edad de 88 años, contradiciendo aquello de que los elegidos de Dios se van temprano.
Por intermediación de Henry Hazlitt (periodista económico autor del libro clásico La economía en una lección), Ludwig von Mises conoció a la célebre filósofa y escritora objetivista Ayn Rand, de quien ya había leído El manantial, habiéndole gustado mucho.  Ayn Rand, que ya tenía una cierta notoriedad pública en Estados Unidos, comenzó una campaña concertada para dar a conocer la obra de von Mises: publicó reseñas de sus libros, lo citó en sus artículos y discursos, asistió a varias conferencias de Mises y, en fin, recomendó su lectura a sus seguidores. Varios economistas han afirmado que es en parte gracias a los esfuerzos de Ayn Rand el que la obra de Mises haya podido llegar a un público tan amplio. (Fuente: The Passion of Ayn Rand, de Barbara Branden).
 Ayn Rand, escritora, fundadora de la escuela filosófica conocida como “objetivismo”.  Rusa de nacimiento y por esas extrañas paradojas del destino, abiertamente opuesta al socialismo totalitario de la ex URSS.  Era extremadamente liberal y defendía al individuo por sobre todas las cosas.   (Foto: http://adiosalestado.blogspot.com/2008/02/recordando-ayn-rand-en-el-103.html
EXTRACTO DEL LIBRO: “ACCIÓN HUMANA”

El intervencionismo, la supuesta política de mitad del camino

Autor: Ludwig von Mises
Ludwig von Mises (1881-1973) fue uno de los principales economistas liberales del siglo XX.   Este es un extracto de su libro Human Action: A Treatise on Economics (Fox Wilkes, 1996).
Un segundo grupo parece ser menos radical.  Ellos rechazan al socialismo no menos que al capitalismo. Recomiendan un tercer sistema, el cual, dicen ellos, está tan alejado del capitalismo como lo está del socialismo, el mismo que como un tercer modelo de organización económica de la sociedad, se encuentra en la mitad del camino entre esos dos sistemas y, al mismo tiempo que retiene las ventajas de ambos, evita las desventajas inherentes en cada uno.  Este tercer sistema es conocido como intervencionismo. En la terminología de la política estadounidense es constantemente referido como una política de mitad del camino.
Lo que hace popular con mucha gente a este tercer sistema es la manera particular en que ellos escogen ver a los problemas socioeconómicos. Tal y como lo ven, dos clases, los capitalistas y empresarios por un lado, y los asalariados por el otro, discuten sobre la distribución del rendimiento del capital y las actividades empresariales. Ambos bandos están reclamando todo el pastel para ellos. Ahora, sugieren estos mediadores, hagamos las paces repartiendo igualmente el valor disputado entre las dos clases.  El Estado como árbitro imparcial debería intervenir, y debería poner freno a la codicia de los capitalistas y asignarle parte de las ganancias a las clases trabajadoras. Entonces será posible destronar al capitalismo moloch sin entronar al socialismo totalitario moloch.
Sin embargo, este modo de juzgar la situación es totalmente falaz. El antagonismo entre capitalismo y socialismo no es una disputa sobre la distribución del botín. Es una controversia acerca de cuál de los dos esquemas de organización económica de la sociedad, capitalismo o socialismo, propicia un mejor logro de aquellos fines los cuales todas las personas consideran como el objetivo final de las actividades comúnmente llamadas económicas, es decir, la mejor oferta posible de servicios y artículos de valor.  El capitalismo quiere conseguir dichos fines mediante la empresa e iniciativa privadas, sujetas a la supremacía del público comprando o absteniéndose de comprar.  Los socialistas quieren sustituir el plan único de una autoridad central por los planes de los diversos individuos. Ellos quieren poner en lugar de lo que Marx llamó la "anarquía de la producción" al monopolio exclusivo del gobierno.  El antagonismo no se refiere al modo de distribuir un monto fijo de servicios. Se refiere al modo de producir todos esos bienes que la gente quiere disfrutar.
El conflicto entre los dos principios es irreconciliable y no permite ningún compromiso. El control es indivisible.  O la demanda de los consumidores tal y como se manifiesta en el mercado decide para cuáles propósitos y cómo deberían ser empleados los factores de producción, o el gobierno se hace cargo de dichos asuntos.  No hay nada que podría mitigar la oposición entre dos principios contradictorios.  Ellos se excluyen el uno al otro.   El intervencionismo no es una mitad dorada entre capitalismo y socialismo. Es el diseño de un tercer sistema de organización económica de la sociedad y debe ser entendido como tal.
Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.  Enlace:
                Comentario: En estos momentos de inicios del siglo XXI, cuando ya hemos experimentado todos los modelos de desarrollo, no cabe duda que el más exitoso (que tiene sus fallas también, al ser producto de la acción humana), el que consigue un desarrollo sostenible de largo plazo es el modelo liberal.  No obstante, cuando los países enfrentan crisis económicas, se hace necesaria la presencia del Estado para que reactive la economía mediante un estímulo a la economía contraída por la crisis.  Lo anterior era sostenido por Keynes, el llamado padre de la macroeconomía moderna.  No obstante, el reiterado error en el que incurren muchos keynesianos es en pensar que esta intervención del Estado en la economía debe ser permanente, con lo cual consiguen dos cosas: 1) estimular la producción y en ocasiones también el empleo, pero sólo en el corto plazo; y, 2) elevar la inflación en el mediano y largo plazo, con las dañinas consecuencias que todos sabemos que presenta el incremento continuo y persistente del nivel de precios en la economía.
                En tal sentido, lo que deberíamos hacer más allá de defender al socialismo y al capitalismo, es buscar e implementar un modelo de desarrollo probado a escala global, que ha permitido que los países, al margen de su posición ideológica (caso el Chile de la Concertación, por ejemplo) lo transiten.  Ese sistema sin duda es el liberalismo social basado en la doctrina liberal clásica de Adam Smith, que dice que un país para progresar en todas sus líneas, tanto material como espiritualmente, debe basar su crecimiento y su desarrollo socioeconómico de largo plazo en valores morales como la ética, la honestidad, el respeto a las opiniones ajenas, la libertad económica, el mercado libre únicamente regulado cuando haya fallas, la sana competencia y por supuesto la necesaria solidaridad social con los pobres y excluidos del sistema, es decir, con aquellos que no han tenido las mismas oportunidades, sea por incapacidad física o mental.
Lo que no debemos hacer es seguir pensando que un modelo es más solidario, en función a los subsidios que se entreguen generosamente a la población.  Un modelo será más solidario, cuando brinde más y mejores oportunidades para todos, cuando después de haber conquistado la riqueza, muchas personas entiendan que “ninguna sociedad puede ser floreciente y feliz, si la mayor parte de sus miembros es pobre y miserable” (Adam Smith, La Riqueza de las Naciones), como actualmente lo han comprendido algunos famosos multimillonarios, quienes a más de predicar sobre libre mercado, reparten equitativa y solidariamente su fortuna bien habida al resto de la sociedad, regentando fundaciones.  No faltara gente que por su peligroso fanatismo político, diga que multimillonarios como Bill Gates, Warren Buffet y Carlos Slim, regentan fundaciones o hacen obras de caridad, sólo para evadir impuestos, lo cual obviamente no es real, pues está basado en simples fábulas y en el bien reconocido marketing ideológico de la extrema izquierda mundial y continental, experta en usar calificativos despectivos para referirse al exitoso y mundialmente reconocido modelo liberal de desarrollo, dada su escasa capacidad de encontrar argumentos válidos, tras el derrumbe del socialismo real a escala planetaria.  La pregunta es: ¿se cayó o no el Muro de Berlín en Alemania? porque parece que algunos intelectuales todavía no se han enterado, en tanto que el capitalismo liberal con todas sus virtudes y defectos, ya lleva más de 200 años. Por algo será, ¿no creen? Qué esperamos entonces para seguir ese exitoso modelo, ¿seguiremos satanizándolo con el término "neoliberal"?, o ¿tendremos la talla y el talante de líderes para reconocer que nos hemos equivocado siguiendo sendas estatistas y benefactoras que sirven sólo en el corto plazo?
Mientras sigamos pensando así, con esa mentalidad tercermundista, no saldremos del subdesarrollo.  La revolución que debemos hacer en el Ecuador y en América Latina, es mental y tiene que ver con cambiar nuestros caducos y obsoletos pensamientos provenientes de la revolución de octubre de 1917 en la ex URSS, por pensamientos llenos de fe y de optimismo en que un mejor mañana es posible, porque si otros países ya lo hicieron, ¿por qué no lo podemos hacer nosotros? En mi opinión personal porque nuestras autoridades no son verdaderos líderes de un cambio positivo, una transformación profunda sí; pero pacífica, no violenta, ni divisionista.  Porque no han entendido que en lugar de quejarse de lo que hicieron o dejaron de hacer los gobiernos anteriores, es necesario caminar hacia una verdadera concertación en los que se incluya a todos los actores de la sociedad civil, desde el más humilde hasta el más encopetado.  Porque los verdaderos líderes no son los que más hablan, sino los que más hacen.  Porque los verdaderos líderes se parecen a Nelson Mandela, el ex presidente de Sudáfrica, ex premio nobel de la Paz, quien consiguió desarticular los odios raciales entre blancos y negros en su país, habiendo él mismo sido encarcelado por gente blanca.   Cuando muchos pensaban que él iba a gobernar de una manera parcializada hacia su raza, Mandela no lo hizo así y pacificó su país.  Demostrando su talla de líder, porque uno que se precie de ser considerado como tal, no es el que hace cosas para que el pueblo lo aplauda; es aquel cuyas acciones están motivadas por la responsabilidad de legar a las futuras generaciones un mejor mañana.  Un verdadero líder es el que actúa en función al bien común y no en base a sus particulares intereses de grupo o partido político.  El verdadero estadista, piensa más en las futuras generaciones, antes que en las próximas elecciones.
En tal sentido, me declaro en contra del intervencionismo económico pero no comparto tampoco ciertas posiciones del individualismo o liberalismo extremo, que piensa que no es necesario líderes para salir del subdesarrollo.  Nuestras sociedades latinoamericanas, acostumbradas al caudillismo, a que nos dirijan, a ser obedientes en definitiva, requieren obviamente de nuevos líderes.  Así es que, ¡por supuesto! que  necesitamos líderes positivos, verdaderos estadistas que sean del talante de: Nelson Mandela, Lula Da Silva, Ricardo Lagos, Alan García (el actual, no el de hace 20 años), Óscar Arias, José Mujica, Tabaré Vásquez, Fernando Henrique Cardoso, Deng Xiaoping, Eloy Alfaro, Simón Bolívar, Juan Montalvo, Ludwig Erhard, en fin, hay tantos nombres de gente ilustre que realmente necesita nuestra América Latina para enrumbarse en el tren del progreso y el desarrollo socioeconómico; porque lamentablemente nuestros pueblos se han acostumbrado a la ley del menor esfuerzo, al caudillo de verbo y gasto público fácil.
Porque hay que decirlo claramente, pienso que en muchos sitios de nuestro continente hay mucha gente que sigue a sus líderes no por lo que piensan sino por la manera en la que satisfacen sus necesidades más inmediatas, por culpa de la pobreza en la que viven.  De allí que es necesario que haya líderes que realmente no hagan lo que el pueblo quiera, sino más bien que hagan lo que sea necesario para salir del subdesarrollo, aun a costa de su popularidad, aunque no creo que sea necesario perderla si se le dice al pueblo cuál será la senda trazada, a qué objetivo apuntamos.  La culpa de esta pérdida de valores materiales en la sociedad pasa por todos nosotros, incluidos los liberales también, quienes no hemos sabido ganarnos el afecto, la simpatía y el cariño de la gente, por pensar más en el lucro y menos en el bien común.  Por ello es la hora de los nuevos líderes, de los emprendedores públicos y privados que saquen el país adelante, respetando la libertad individual y económica del ser humano, cobrando impuestos progresivos, como nos enseñó Adam Smith, pero sin perseguir políticamente a nadie por ello.  Un mejor país es posible, siempre y cuando todos y cada uno de nosotros desde nuestras diferentes corrientes de pensamiento nos unamos en pos del mismo ideal, conseguir nuestra “visa al desarrollo”, dejando de lado mezquinos intereses personalistas, entendiendo que sólo el liberalismo social garantiza un escenario de mayor libertad con responsabilidad, con justa distribución de la riqueza, una vez que se haya conseguido el crecimiento económico.

El significado del laissez faire

Autor: Ludwig von Mises
Ludwig von Mises (1881-1973) fue uno de los principales economistas liberales del siglo XX.   Este es un extracto de su libro Human Action: A Treatise on Economics (Fox Wilkes, 1996).
En la Francia del siglo XVIII la expresión laissez faire, laissez passer era la fórmula mediante la cual algunos de los liberales comprimían su programa. Su objetivo era el establecimiento de una sociedad de mercado sin obstáculos. Con el fin de alcanzar dicho fin, ellos abogaban por la abolición de todas las leyes que promovían que gente más industriosa y más eficiente superara a competidores menos industriosos y menos eficientes, y que restringían la movilidad de artículos y hombres.  Esto era lo que la famosa máxima estaba diseñada a expresar.
En nuestra era de anhelo apasionado por un gobierno omnipotente la fórmula de laissez faire ha sido perturbada.  La opinión pública actualmente la considera como una manifestación tanto de depravación moral como de ignorancia absoluta.
A como ve las cosas el intervencionista, la alternativa es "fuerzas automáticas" o "planeamiento deliberado".  Resulta obvio, insinúa, que confiar en los procesos automáticos es una total estupidez.  Ningún hombre racional puede recomendar seriamente no hacer nada y dejar que las cosas trabajen sin ninguna interferencia por parte de una acción propositiva. Un plan, por el simple hecho de ser una muestra de acción deliberada, es incomparablemente superior a la ausencia de cualquier planificación. Se dice que el laissez faire significa: Dejen que los males perduren, no traten de mejorar la suerte de la humanidad a través de la acción racional.
Esto es una habladuría totalmente falaz. El argumento esgrimido en favor de la planificación es enteramente derivado de una interpretación inadmisible de una metáfora. No tiene otro fundamento que las connotaciones implicadas en el término "automático", sobre el cual existe la costumbre de aplicar en un sentido metafórico para la descripción del proceso del mercado. Automático, dice el Diccionario Conciso de Oxford, significa "inconsciente, poco inteligente, simplemente mecánico". Automático, dice el Diccionario Colegiado de Webster, significa "no estar sujeto al control de la voluntad,... llevado a cabo sin un pensamiento activo y sin una intención o dirección consciente". ¡Qué victoria para el campeón del planeamiento el echar mano a esta carta triunfadora!
La verdad es que la alternativa no está entre el mecanismo muerto o el automatismo rígido por un lado y la planificación deliberada por el otro. La alternativa no radica entre un plan o ningún plan. La cuestión es, ¿quién está planeando? ¿Debería cada miembro de la sociedad planear por sí mismo, o debería un gobierno benevolente planear por sí solo para el resto de la sociedad? La cuestión no es automatismo versus acción deliberada; es la acción autónoma de cada individuo versus la acción exclusiva del gobierno. Es libertad versus omnipotencia gubernamental.
El laissez faire no significa: Dejen que operen las desalmadas fuerzas mecánicas. Significa: Dejen que cada individuo escoja cómo quiere cooperar en la división social del trabajo; dejen que los consumidores determinen cuáles empresarios deberían producir. Planificación significa: dejen que únicamente el gobierno escoja e imponga sus reglas a través del aparato de coerción y compulsión.
Entonces, por ejemplo, el profesor Harold Laski, antiguo presidente del Partido Laborista británico, determinaría como el objetivo de la dirección planificada de la inversión "que el uso de los ahorros del inversionista será en vivienda en lugar de cines".  Está fuera de discusión si uno está de acuerdo o no con la visión del profesor de que mejores casas son más importantes que las películas.  Es un hecho que los consumidores, al gastar parte de su dinero en entradas para cines, han tomado otra decisión. Si las masas de Gran Bretaña, las mismas personas que arrolladoramente pusieron al Partido Laborista en el poder, dejaran de patrocinar las películas y gastaran más en viviendas y apartamentos confortables, los empresarios buscadores de rentas se verían forzados a invertir más en construir casas y apartamentos y menos en la producción de películas caras.  El deseo del señor Laski fue el de desafiar los deseos de los consumidores y sustituir la voluntad de éstos por la propia. Él quería abolir la democracia del mercado y establecer el mandato absoluto de un zar de la producción. Quizás él creía estar en lo correcto desde un punto de vista más elevado, y que como un súper hombre él estaba llamado a imponer sus propios juicios sobre las masas de hombres inferiores.  Pero entonces debió ser lo suficientemente honesto como para decirlo directamente.
Todas estas alabanzas a la supereminencia de la acción gubernamental no son nada más que un pobre disfraz a la glorificación intervencionista. El gran Estado bienhechor es un gran dios únicamente porque se espera que haga exclusivamente lo que el defensor individual del intervencionismo quiere que se logre.  Solamente es bueno el plan que el planificador individual apruebe completamente. Todos los otros planes son simplemente falsos.  Al decir "plan", lo que tiene en mente el autor de un libro sobre los beneficios de la planificación es, por supuesto, su propio plan únicamente.  Él no toma en cuenta la posibilidad de que el plan que el gobierno ponga en práctica podría diferir del suyo propio.  Los diferentes planificadores están de acuerdo únicamente en su rechazo al laissez faire, es decir, la discreción del individuo a escoger y actuar.  Ellos están completamente en desacuerdo en cuanto a la escogencia de un plan único que debe ser adoptado. A cada señalamiento de los defectos manifiestos e irrefutables de las políticas intervencionistas los apologistas del intervencionismo reaccionan de la misma forma.  Estas fallas, dicen ellos, fueron el resultado del intervencionismo espurio; lo que nosotros proponemos es un buen intervencionismo, no uno malo.  Y, por supuesto, el buen intervencionismo es el mismo del profesor.
Laissez faire significa: Dejen que el hombre común escoja y actúe; no lo obliguen a ceder ante un dictador.
Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.  Enlace: http://www.elcato.org/node/354
Comentario: No se trata de alabar el laissez faire o de censurar a la planificación, un equilibrio entre las dos posturas sería lo adecuado.  Comparto con von Mises en el sentido de que es mejor dejar las herramientas de la planificación al individuo y no al Estado, por más buena voluntad que éste tenga, o por más preparado que sea el gobernante, porque por ejemplo, no estaría bien que se instauren planificaciones centralistas que le digan a la persona qué carrera profesional seguir o no, solo porque contribuye al logro de “objetivos nacionales”, pues habrá que tomar en cuenta las aptitudes particulares que tenga la persona, aunque obviamente si deberíamos ir como país a conseguir un desarrollo potenciado en base a carreras técnicas de ingeniería o de matemáticas, que impidan el desarrollo de ramas sociológicas o sociales que sin duda están sobresaturadas.  Pero para hacerlo, debemos previamente mejorar la calidad de la educación en todos los niveles: primario, secundario, universitario y post universitario;  pero si el día de mañana les cerramos la puerta en la cara a muchos jóvenes que se gradúan de los colegios y que quieren estudiar una carrera que según la óptica gubernamental no es la más adecuada, esa vía no sería la mejor, porque previamente en los niveles inferiores (primaria y secundaria), se debió haber comenzando cambiando el sistema desde allí y no a última hora, violando los derechos libres de la ciudadanía.
Respecto a la libertad regulada, debo manifestar que si estoy de acuerdo con ella, en la medida en que existen también abusos de parte de gente que confunde libertad con libertinaje y piensa que se debe hacer lo que quiera en la vida, irrespetando el derecho de los demás y eso tampoco es posible de ser aceptado en una sociedad civilizada.  Por tanto, el Estado más que ser un agente económico activo en la vida nacional debe limitarse a sus funciones específicas: seguridad nacional, policía, respeto a la ley y a la propiedad privada,  políticas públicas de asistencia a los más necesitados, etc.  Manteniendo eso sí cierta independencia o autonomía entre el Estado y organismos técnicos como son por ejemplo, el Banco Central del Ecuador (para evitar el maridaje nefasto entre Gobierno y Banco Central, que haga que se emita dinero para financiar desequilibrios fiscales), o el INEC (para evitar maquillajes en las estadísticas económicas), Superintendencia de Compañías, Contraloría, Justicia, Asamblea, etc.
Quienes nos gobiernan deberían entender que es necesario asumir el compromiso histórico de no efectuar actividades económicas que las puede perfectamente realizar el sector privado, es decir, no seguir una política intervencionista en todo tiempo y lugar, que ahogue y desplace la inversión de los particulares, ésta debería ser hecha sólo cuando sea estrictamente necesaria, en períodos de crisis cuando no haya una empresa particular dispuesta a realizarlo, dado que esté deprimida. 
Otra solución técnicamente aceptada y que ha funcionado muy bien en otros países es declarar un recurso natural como el petróleo por ejemplo, como un recurso estratégico y por tanto en manos del Estado, como lo ha hecho Chile por ejemplo con el cobre, aunque entiendo que en este punto muchos economistas –liberales sobre todo- no estarán de acuerdo con lo que he manifestado; pero, debemos dejarnos de extremismos, de dogmatismos y de radicalismos, por ello también pregunto, ¿se puede considerar estratégica a la telefonía? ¿No será mejor abrirse a la competencia y permitir que entre inversión extranjera en este rubro?, me inclino por lo segundo, indemnizando lógicamente a la gente que trabaja en esas instituciones telefónicas que hoy por hoy son públicas y que no han sido un modelo eficiente de gestión históricamente, caso PACIFICTEL, por ejemplo.   Otra interrogante ¿No será mejor permitir que el IESS deje de ser un monopolio público y compita por los recursos de los afiliados?, se podría con el fin de no descapitalizarlo por ejemplo, introducir una reforma en el sentido de que el afiliado obligatoriamente deberá depositar en el IESS el 50% de su aporte, quedando el otro 50% a discreción y libertad del afiliado, con lo cual podrían venir inversiones en capitales financieros de la región, como funcionan las AFPS chilenas, por ejemplo y que le han permitido a Chile tener el más alto nivel de ahorro interno de la región.  Ahorro que permite ser soberano (en el buen sentido de la palabra), al no tener que depender en tanta magnitud de los capitales internacionales, tan escasos en estos tiempos de crisis.
En tal sentido, soy partidario del libre mercado o laissez faire, con escasa o poca intervención del Estado en la actividad económica, pero con los correspondientes controles básicos, para impedir que existan pequeñas mafias o grupos de poder político y económico que puedan influir decisivamente en el mercado y que terminen por convertirse en monopolios u oligopolios, tan combatidos en todo tiempo y lugar, por la verdadera escuela liberal, socialmente responsable, fundada por el escocés Adam Smith hace un poco más de 200 años, con vigencia aún en estos tiempos de socialismos y capitalismos de Estado altamente intervencionistas, que son además restrictivos de la necesaria y bien entendida libertad económica, social y política. 


[1] Lo que para von Mises representa el “azar”, personalmente lo identificaría con “Dios” y su destino para la humanidad.  Gracias a Dios, todavía hay gente valiosa y talentosa.  Verdaderos líderes del cambio y es cierta esta frase, cuántas cosas positivas les debe la humanidad, a estos geniales personajes y a muchos otros, que eran individuos comunes, eso sí dotados de un talento excepcional, con altas dosis de humildad y humanismo, que son necesarios para cambiar al mundo.  No hace falta ser santos, hace falta sí tener un alto espíritu solidario y de empatía con los demás. 
[2] Las ideas liberales, han aportado en gran medida al desarrollo de la economía como ciencia social y no como ciencia política o sociológica, como lo es el marxismo, por ejemplo.  De allí que los conocimientos económicos, sin duda conducen al liberalismo.  “Todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos… Así que por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7: 17-19).     

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